miércoles, 3 de abril de 2013

El mundo de los alters: cómo hacer distinto el mismo juego

En algún momento de los primeros días de questear por Terrallende me pegó el venazo de hacerme otro personaje. No me atrevería a decir que estaba aburrido del guerrero, pero tenía ganas de probar otra forma de jugar. Por eso elegí un hunter. Me hacía gracia lo de ir acompañado por una mascota, y me atraía eso de poder matar a los enemigos antes de que pudiesen tocarte.

Empecé una pequeña "tradición": alternar el sexo de los PJs, y ahora tocaba una hembra, troll concretamente. La raza fue un pequeño ¿desliz?, porque significaba repetir la zona de inicio, pero como esta vez ya contaba con más información, sabía que la mejor racial para hunter era la de los troll. Además, tampoco elegí las profesiones al azar como había hecho con el warro, y aprendí desuello y peletería.

Dejé al main aparcado unas semanas mientras subía a la hunter. En aquel momento era una de las clases "over", y realmente el questeo era mucho más sencillo. En cuanto me hice con la mecánica de las pets los bichos caían bastante rápido. Era la época del extreme soloing. En mi caso pude solearme a nivel 58 a los primeros dragones de Sunken Temple para pillar el trinket antes de ir a Terrallende. Cuando llegó el momento de hacer las quests élite no necesité ayuda, pude solearme a los mobs sin problemas, y lo mismo cuando llegué a Rasganorte.

Ir con la pet era como un mini grupo, no te sentías tan solo. En aquel momento todavía había que cuidar de la mascota: darle de comer y tenerla contenta para que hiciese más daño, y sobre todo para que no se escapase. Ah, y no olvidemos que había que reservar mucho espacio en las bolsas para munición. Aunque la desaparición de la munición (y las comidas específicas para pets) fueron cambios que añadieron cierta "calidad de vida" hicieron que esta clase tan particular perdiese parte de su encanto.

Como amante de los gatos, casi siempre he usado algún león, o más tarde un tigre: Bangalash. En
cuanto tuve el nivel requerido para domesticarlo me fui para Tuercespina a por él. Y a pesar de todas las mascotas que han ido apareciendo en el juego sigue siendo el compañero de andanzas de mi hunter hasta Pandaria, y lo que tenga que llegar.

Aparte de que la mecánica de la clase era totalmente distinta a la del guerrero, procuré no repetir las mismas zonas. Si antes me había centrado en Kalimdor, ahora procuré subir en Reinos del Este. En Terrallende no había tanto margen: tuve que repetir Hellfire, pero pasé rápidamente por Marisma de Zangar, apenas toqué Terokkar, y en cambio hice entera la zona de Nagrand. Era obligado visitar el safari de Hemet Nessingwary. Por lo mismo repetí Cuenca de Sholazar en Rasganorte, aunque el ding lo hice en Corona de Hielo.

Después de la hunter vinieron el elfo de sangre sacerdote, una paladín draenei que lleva años (literalmente) a nivel 7, un druida tauren, una rogue goblin, un mago troll aparcado por ahora en Terrallende, y una elfa de sangre death knight (aparte de otra elfa de sangre subastera). Y cada vez que he subido a un alter ha sido como jugar a otro juego.

Continuará.

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