viernes, 17 de mayo de 2013

Por amor al arte: por qué Arqueología

Una de las grandes novedades de Cataclysm fue una nueva profesión secundaria: la Arqueología. Mediante la misma los jugadores podrían investigar en el pasado de las razas de Azeroth (y fuera de Azeroth), con interesantes beneficios en el juego para motivar a la gente.

Inicialmente iba a ir ligada a la Senda de los Titanes, una forma de lograr especializaciones para los PJs ligadas a su rol y a un Titán al que siguiesen. Al final fue desechada porque resultaba demasiado compleja y obligaba a hacer demasiadas cosas: misiones, mazmorras, etc., además de usar los artefactos obtenidos con Arqueología. Se añadió el tercer tier de glifos, ya que Blizzard no estaba muy satisfecha de cómo había quedado Inscripción en la Lich King, y con Maestría se añadían bonos según la especialización. De modo que, en términos de juego, Arqueología tenía una utilidad muy secundaria: algunos objetos muy útiles sólo a inicios de la expansión (o para alters), monturas, pets, logros y chorraditas de vanidad.

Un colega veterano de la Classic (vamos, que algo sabía de farmeos inhumanos) la calificó como "el mayor chineo de la historia del WoW". Y parte de razón tenía. Había que recorrer literalmente todo el mundo para subir la profesión (esto era lo de menos, se hacía en una horas de una tarde de aburrimiento), y luego seguir picando, picando y picando para obtener los fragmentos con los que hacer los artefactos (aleatorios) o que se descubriesen (de forma aleatoria) los lugares de excavación de la raza que te interesaba (estoy pensando en los Tol'vir y el Vial de las Arenas, que podía salir, aleatoriamente, de los Vasos Canopes).

Indirectamente la Arqueología tenía dos funciones fundamentales: que la gente a nivel máximo recorriese el mundo para ver los cambios ocurridos después del Shattering, la ruptura del mundo, y tener algo que hacer mientras se estaba en cola para mazmorra (y al final de la expansión para LFR). Pero la mecánica inicial de la profesión la hacía algo cansina: solo tres nodos por cada excavación, por lo que había que cambiar muy frecuentemente de sitio, que además eran muy grandes, con pocos fragmentos por nodo, y encima con algunas razas tremendamente repetidas (sí, pienso en vosotros, Elfos Nocturnos). Pero aún así, admito que perdí más de una y dos tardes de domingo volando por todo el mundo, picando y consiguiendo algunas chorradillas. Pero nunca el Vial de las Arenas...

En MoP las cosas cambiaron mucho. Cada excavación contenía seis nodos y cada nodo daba muchos más fragmentos, haciendo más útil la profesión (si no te salían objetos útiles al menos podían salir grises caros y sacarse unos buenos oros). Y concretamente los sitios de Pandaria son bastante más pequeños, e incluso sin la voladora vale la pena picar para conseguir objetos y experiencia.

Pero a mí particularmente lo que me atrajo de Arqueología, sobre todo en Pandaria, fue que fuese una forma novedosa de conocer las razas del juego. No sé si hay mucha gente que se lea los textos de los artefactos, pero sobre todo para las razas enemigas resultan reveladores. De los pandaren conocemos cosas por las quests, por hablar con los PNJs y porque estamos continuamente con ellos. Con los mogu sólo nos pegamos, digamos que no hay un intercambio cultural enriquecedor. Salvo cuando desenterramos sus artefactos.

Así, descubrir los grilletes usados en sus esclavos, los recuentos de los mismos muertos en sus construcciones, o cómo los marcaban como ganado nos transmite más aún la brutalidad de esa raza. Otra raza que se nos antoja brutal son los vrykul, pero incluso ellos tienen objetos artísticos, mientras que todo lo que descubrimos sobre los mogu nos recuerda su brutalidad, y por qué debemos combatirlos.

De los mántides aprendemos más cosas sobre sus cultos y su modo de vida: adornos, herramientas... Y qué decir de los pandaren: su medicina ancestral, sus hábitos sociales (alrededor de la cerveza), sus cultos, también nos son revelados a través de sus artefactos. Si tan sólo hubiese algunos más... Y relacionado con la Arqueología tenemos a los Eremitas. Sin tener que picar buscando artefactos tenemos repartidos por todo Pandaria fragmentos de conocimiento de su ancestral cultura que cuando los recopilamos y los compartimos con esa facción nos va mostrando la historia de las razas de ese continente. Incluso sin la recompensa de la Nube Kinton apetece subir la reputación con esa facción sólo para ver la historia que nos cuentan. Y todavía hay gente que dice que Pandaria no tiene lore...

El mundo de Warcraft tiene un gran transfondo. Tiene mucho mérito que se crease un mundo tan rico para un juego de guerra, y a partir de Cataclysm nos hallamos en un terreno desconocido que avanza de parche en parche. Tenemos las quests, los diálogos con los PNJs, las gestas, novelas y comics, muchas cosas para ir conociendo el nuevo lore que Blizzard le añade al juego. Pero a mí me gustan los pequeños detalles añadidos mediante los artefactos de Arqueología. Me gusta excavar por amor al arte de las razas de Azeroth.

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